DURANTE TREINA Y TRES años, Jesús sintió todo lo que tú y yo hemos sentido. Debilidad. Cansancio. Tristeza. Rechazo. Sus pies se cansaron. Y le dolía la cabeza. Fue tentado y su fuerza fue probada. Pensar en Jesús bajo esa luz parece casi irreverente, ¿no es así? Es mucho más fácil mantener a la humanidad fuera de la encarnación. Limpiar el estiércol alrededor del pesebre. Hay algo acerca de mantener a Jesús divino que lo mantiene distante, empaquetado, predecible.
Pero es sólo cuando lo dejamos entrar en el fango de nuestro mundo que puede rescatarnos. Al hacerse humano, Jesús hizo posible que viéramos a Dios. Sus lágrimas, las lágrimas de Dios. Su voz, la voz de Dios. ¿Quieres saber qué le importa a Dios? Descrubre lo que le importa a Jesús. ¿Quieres saber qué está haciendo Dios? Medita en las palabras y la vida de Jesús.
Dios quiere que lo conozcas. Mientras lees estas páginas, que el Héroe de toda la historia te hable personalmente y que encuentres en él la respuesta a tus necesidades más profundas.