Nadie esperaba que Dios llegara de la manera en que lo hizo. Sin embargo, la forma en que llegó fue tan importante como la llegada misma. El pesebre es el mensaje.
Aquel que lo creó todo «se hizo pequeño a sí mismo». Se hizo dependiente a unos pulmones, una laringe y dos piernas. Experimentó hambre y sed. Pasó por todas las etapas normales del desarrollo humano. Le enseñaron a caminar, a pararse, a lavarse la cara y a vestirse. Su voz cambió en la pubertad. Fue genuinamente humano.
En medio de la agitada temporada navideña, Max Lucado te invita a recordar esto y a:
- Reavivar tu relación con el Cristo de la Navidad y encontrar esperanza para toda la vida.
- Dejar de lado tu interminable lista de cosas por hacer y recibir lo que Jesús ya ha hecho.
- Sanar tus angustias aceptando al Dios que siempre está cerca de ti, a tu favor y en ti.
Encendamos la lámpara, acurruquémonos en un lugar cómodo, e investiguemos la extraña y maravillosa historia de Belén.
Mi esperanza es que encuentres lo que yo encontré: una vida de esperanza.